Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo.
La noble canción de Alberto Cortes es una sagrada verdad, sirve de génesis en este escrito para dejar volar la nostalgia que oprime el sentimiento, al tener la noticia de la partida de los buenos amigos.
Este desahogo se lo dedico a Alfredo Ayala amigo entrañable recién fallecido. Te juro que me cogiste de sorpresa Alfredo. – Sabemos que la muerte es así sorpresiva, pero a pesar de ello, cuando me dieron la noticia que te nos fuiste a la dimensión desconocida, reapareció en mi memoria las dos veces que tuvimos que salir corriendo al enterarnos que tuviste un grave percance que te llevo al borde de la muerte, las razones de esos accidentes producto de tus encontronazos con tu vida, nos puso a pensar que te perderíamos, estuviste frente al túnel luminoso dos veces pero te le escapaste para regocijo de todos los que te hemos querido siempre tal como eras.
En una de las visitas al hospital para conocer tu salud, abriste los ojos grandes con deseos de volver a la acción, a tu creación de excelente chef. Nos alegramos todos de una manera especial verte regresar a la vida.
Esta vez no fue posible, te quedaste al otro lado y nosotros nos quedamos contigo, te vamos a extrañar continuamente; especialmente cuando llegue a compartir con amigos a un buen restaurante a saborear un buena cena y mejores amigos. Se queda con nosotros tu olor, tus recuerdos del niño rebelde de la alta cocina, estarás siempre ahí en el jengibre, en la albahaca, el tomillo, con el error del algún mesero que al ofrecernos su servicio no cumplió con su cometido a la manera de Alfredo Ayala.
Gracias por tu bondad, la que demostrabas en tu arte culinario y que repartías al granel con tus amigos, gracias por los grandes momentos de reuniones convocados y amparados por tus sabores. Que el paladar de nuestra alma no olvidara jamás aunque hayas cerrado la cocina.
Te escribi este corto poema:
Me voy subiendo la escalera,
Dejo la casa llena de la música de Cesarea Evora,
Puse incienso y deje el banquete
Que sé que les va a agradar a mis amigos
En la mejor mesa que tengo;
Pero antes, fui a dar una vuelta
A las demás cocinas
De mis hermanos chefs
Que tengo regados por el mundo.
Deje una copa de vino
Y un hasta luego
Porque me voy a viajar
A otros suelos
A donde nunca he ido.
Me voy subiendo
Por la escalera
Pero les dejo
Mis condimentos de amistad y amor
Dispersos por la casa de todos nuestros recuerdos.
Departe de Danny Rivera y todos tus amigos.
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